“¡Gas! ¡Gas! ¡Rápido, todos!
Tanteando torpemente
Nos pusimos las máscaras justo a tiempo.
Pero hubo uno que gritaba todavía
y se agitaba como un hombre en llamas,
cómo hundido en el mar,
vi que se ahogaba.
Aun veo en sueños, impotente,
cómo me pide auxilio presa de su agonía.
Si tú también pudieras, en sueños,
caminar tras el carro donde lo arrojamos,
y ver cómo sus ojos se marchitan,
ver su rostro caído,
como un demonio hastiado;
si pudieras oír con cada sacudida,
cómo sale la sangre de su pulmón enfermo,
Obscena como el cáncer,
amarga como el vomito
de incurables heridas en lenguas inocentes,
Amigo, no dirías entusiasta,
a los muchachos sedientos de
una ansiosa gloria esa vieja mentira:
<Dulce et decorum est pro patria mori>."
—Wilfred Owen. Principal poeta de la I Guerra Mundial.