jueves, 16 de diciembre de 2021

Ojo por Roberto Bolaño

 

Nunca te enamores de una jodida drogadicta:

Las primeras luces del día te sorprenderán

Con sangre en los nudillos y empapados de orines,

Ese meado cada vez más oscuro, cada vez

Más preocupante. Como cuando en una isla griega

Ella se escondía entre las rocas o en un cuarto

De pensión en Barcelona, recitando a Ferreter,

En catalán y de memoria mientras calentaba

La heroína en una cuchara que se doblaba,

Como si el cabrón de Uri Geller estuviera

En la habitación vecina. Nunca, nunca te encoñes

De una jodida puta suicida; el alba en tu rostro,

Se dividirá en figuras geométricas semejantes

A la muerte. Inútil y con los bolsillos vacíos,

Vagarás entre la luz cenicienta de la mañana,

Y entonces el beso, extinguido, te parecerá,

Una broma que nadie se tomó la molestia

De explicarte, una frase vacía,  una clave

Grabada en el aire. Y luego, el azur, el jodido

Azur. Y el recuerdo de sus piernas sobre tus

Hombros. Su olor penetrante y extraño. Su mano

Extendida esperando el dinero. Ajena a las confesiones

Y a los gestos establecidos del amor. Ajena al dictado

De la tribu. Un brazo y unos pies pinchados.

Una y otra vez, espejeantes en la raya que separaba

O que unía lo esperado de lo inesperado, el sueño

Y la pesadilla que se deslizaba por las baldosas,

Como la orina cada vez más negra: whisky, coca cola

Y finalmente un grito de miedo o de sorpresa, pero no

Una llamada de auxilio, no un gesto de amor,

Un jodido gesto de amor a la manera de Hollywood,

O del Vaticano. ¿Y sus ojos, recuerdas sus ojos detrás

De aquella cabellera rubia? ¿Recuerdas sus dedos sucios restregando

Esos ojos limpios, esos ojos que parecían mirarte desde otro

Tiempo? ¿Recuerdas esos ojos que te hacían llorar

De amor, retorcerte de amor en la cama sin hacer

O en el suelo, como si el mono lo tuvieras tú y no ella?

Ni siquiera debería recordar esos ojos. Ni un segundo

Esos ojos como borrados que parecían seguir con interés

Los movimientos de una pasión que no era de este jodido planeta,

La verdadera fuerza de los fuertes brillaba ahí,

En sus pupilas dilatadas, en las palpitaciones de su

Corazón mientras la tarde se retiraba como en cámara rápida,

Y en nuestra pensión de mierda se oían de nuevo los ruidos

Los vagidos de la noche y sus ojos se cerraban.





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